Tras la sentencia de un juez en primera instancia, puede ocurrir que una de las partes no esté conforme con lo decidido. En tal caso, la parte afectada puede presentar el recurso de apelación a fin de intentar cambiar el sentido de la sentencia.
Al presentar un recurso de apelación, la sola presentación del mismo no es suficiente; es necesario que este esté avalado por la parte que lo interpone dentro de lo establecido en la ley procesal correspondiente.
En este artículo abordaremos las herramientas con las que pueden contar personas físicas y jurídicas para plantear su disconformidad.
En términos generales, un recurso de apelación es el medio para impugnar las resoluciones judiciales dictadas por un juez que no consideramos justas. Se produce cuando una de las partes de un litigio no se encuentra conforme con la decisión de un tribunal o un juez.
Ante tal situación de desacuerdo, se decide apelar a un órgano superior para que revise el posible fallo y, en caso de que se encuentre algo por subsanar, se encargará una nueva citación judicial para esperar otra sentencia. Cuando ya no hay posibilidad de apela, se dice que la sentencia queda firme.
El recurso de apelación ha de presentarse de acuerdo a unos plazos. Con respecto a la jurisdicción civil, el plazo para interponer el recurso de apelación es de 20 días y, en él, debemos exponer las alegaciones en las que basamos la impugnación. No debemos olvidar citar claramente la resolución a la que estamos apelando ni los pronunciamientos que impugnamos.
Tal recurso ha de ser sustentado ante el juez que dictó la sentencia que se pretende impugnar, esta norma es válida tanto para la apelación de autos como para la apelación de sentencias. Además, en caso de apelación de sentencia, el apelante o interesado habrá de acudir de nuevo al juzgado, puesto que el recurso debe contar también con una sustentación verbal ante la audiencia.
La finalidad de la apelación es revocar o anular una resolución judicial.
En cuanto a las posibilidades de ganar un recurso de apelación, las cifras no son muy alentadoras. Se estima que 8 de cada 10 recursos no prosperan en los tribunales.
Sin embargo, existe diferencias en cuanto a éxitos y fracasos dependiendo de la jurisdicción e incluso de la Comunidad Autónoma, si establecemos comparativas. Por ejemplo, si llevamos a cabo un recurso de apelación civil tendremos más probabilidades de ganar que si se trata de un recurso de apelación penal. Lo cierto es que en la Jurisdicción Civil obtenemos mejores datos. Son las apelaciones que más prosperan, las de Familia. De hecho, se estima que, en el 50 % de los casos, se le reconoce al recurrente el derecho que no se le había estimado en primera instancia.
Un estudio comparativo de las Memorias del Consejo General del Poder Judicial ha indicado, recientemente que, los Recursos de Apelación españoles, triunfan cada vez más.
Sin embargo, las tasas para acceder a la Justicia, no solo en primera instancia sino, también y especialmente, en segunda instancia, ha conseguido disuadir a un buen número de personas a la hora de recurrir una sentencia que consideran injusta.
En caso de que la apelación resulte concedida puede tener tres efectos:
El recurso de apelación se resuelve por el Tribunal en un plazo estimado de diez días desde la terminación de la visita. Sin embargo, si no se hubiese celebrado visita, el auto o la sentencia habrían de dictarse en un plazo de un mes desde el día siguiente a aquel en que se hubiera recibido los autos en el Tribunal competente para la apelación.
Existen algunas diferencias entre ambos recursos, dada su naturaleza y la excepcionalidad de presentar un recurso ante el órgano de Justicia de mayor importancia jerárquica.
Por un lado, en el recurso de apelación se pueden revisar el derecho y los hechos de un juicio, siendo constitutiva de instancia. Por otro, la casación solo hace referencia al derecho, pero no constituye instancia.
Además, mientras que el recurso de apelación es un recurso judicial ordinario, el de casación es extraordinario. Esta es su segunda diferencia, pues mientras que la apelación permite que se revise por una instancia superior cuestiones de hecho y de derecho, el recurso de casación solo permite revisar las cuestiones sobre derecho aplicable y sobre el procedimiento – cuestiones de forma – no se revisan los hechos.
En apelación, se dicta una segunda sentencia mientras que, en la casación, la sentencia recurrida se anula. En cuanto a los órganos encargados de gestionar ambos recursos también encontramos diferencias: en el recurso de apelación, se presenta ante el mismo juez o Tribunal que dictó la sentencia, y se eleva al Tribunal superior en grado. Sin embargo, en la casación, aunque hay excepciones, la decisión la tiene el máximo Tribunal del Estado.
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