Cuando nos enfrentamos a determinadas situaciones legales que implican daños personales y materiales, es fundamental que comprendamos cuál es el significado básico de la indemnización. En el ámbito legal, podemos decir que la indemnización por daños y perjuicios es una herramienta clave que sirve para compensar a las víctimas por aquellas pérdidas que ha sufrido como resultado de una conducta negligente o ilícita por parte de otra persona.
Por este motivo, en este artículo, desde Garanley Abogados, en nuestro despacho de abogados en Barcelona, nos vamos a detener en la explicación de este tipo de conceptos. Así pues, vamos a ver con todo lujo de detalles qué es una indemnización por daños y perjuicios y los diferentes tipos que existen. Pueden resultar conceptos algo complejos de entender, especialmente para aquellas personas que no se encuentran familiarizadas con el lenguaje del ámbito del derecho, por lo que te recomendamos leer con especial atención.
Para empezar, tenemos que explicar que una indemnización por daños y perjuicios es, nada más y nada menos que una compensación económica que se otorga a una persona tras haber sufrido pérdidas, lesiones o daños debido a la acción negligente, imprudente o ilícita por parte de otra persona.
Este tipo de compensaciones tiene como objetivo volver a dejar a la víctima del suceso en la misma posición en la que se encontraba antes de que ocurriera el daño, en la medida de lo posible y el pago lo debe realizar la persona que ha causado estos daños con su conducta irresponsable o negligente, por lo que se entiende que es su responsabilidad.
Ahora bien, es necesario destacar que, pese a que cabe la posibilidad de poder restituir la situación con esta aportación económica, especialmente, cuando se producen daños materiales que pueden repararse, en muchas ocasiones, es imposible hacerlo. Estamos hablando de aquellos casos en los que el resultado de los daños es personal.
Esto se debe a que hay lesiones que no se pueden recuperar o, al menos no de manera total, dejando secuelas a la víctima. Asimismo, también debemos anotar que, en cuanto a los daños materiales, también existe un valor subjetivo y personal.
Si te preguntas cuantos tipos de indemnización existen, podemos decir que hay varios tipos, cada uno dependiendo de los distintos aspectos de las pérdidas que ha sufrido la víctima. No obstante, existen distintas clasificaciones. Por ejemplo, dependiendo de la responsabilidad, puede existir daños y perjuicios contractuales y extra contractuales.
Este es uno de los tipos de indemnización que depende de la responsabilidad y que se entiende que se deriva por el incumplimiento de un contrato por alguna de las partes. Es cuando, en cumplimiento de las obligaciones, una persona sujeta a un contrato incurre en dolo, negligencia o morosidad, causando daño a otras personas. No obstante, aquí se distingue entre el deudor culposo (el que actúa de buena fe) y el deudor doloso (el que actúa de mala fe).
Para demostrar que existe responsabilidad o culpa, se debe probar que se ha producido un daño real y que exista un contrato vigente. Del mismo modo, se debe probar que este daño se pueda atribuir a la acción de la persona o entidad responsable y, además, exista una relación de causalidad entre la acción y los daños que se hayan producido.
Se trata de otro de los tipos de indemnización que se pueden dar dependiendo de la responsabilidad. En este caso, se da cuando no existe ningún tipo de relación contractual entre la víctima y el causante del daño. Incluye daños patrimoniales, daños personales y morales que se derivan del hecho causante. Son daños que afectan a la salud, a la integridad física y psicológica.
Podemos poner, como ejemplo, los daños y perjuicios que se derivan de un accidente de tráfico. Y, para poder solicitar una indemnización, es necesario demostrar la culpa por parte de la persona causante. Por supuesto, también se debe demostrar que se han producido daños materiales, personales y morales, así como demostrar una relación de causalidad entre el incidente y el daño derivado del mismo.
Estamos hablando de cuando se produce un incidente que deja, como resultado, daños en el patrimonio de distinta consideración. Pueden ser daños directos o indirectos. En el primer caso, se trata del perjuicio que supone sufrir unos estropicios materiales determinados y, en el segundo, la consecuencia de los mismos. Por ejemplo, el dinero que la víctima deja de ganar por tener estropeada una máquina de producción de un determinado producto. Se dividen en dos partes: daños emergentes y el lucro cesante.
Se trata de la pérdida real, efectiva y acreditada que se deriva de una lesión por responsabilidad de terceras personas. Podemos decir que se especifican como tal cuando queda probada la existencia de estos daños y su indemnización es igual al valor económico de aquello que se ha perdido o resultado dañado. Es decir, la persona causante debe compensar el precio económico por los daños causados, así como los gastos derivados del incidente, como, por ejemplo, las facturas médicas y los gastos de reparación de bienes materiales.
El lucro cesante, a menudo se confunde con los daños emergentes, pero, en esta ocasión, hace referencia a la pérdida de ingresos o ganancias que tienen lugar tanto en el presente como en el futuro como resultado del daño que la víctima ha sufrido tras el incidente. En este caso, la cuantía es bastante difícil de cuantificar, ya que es algo bastante subjetivo y que se aferra a la probabilidad. En este sentido, un informe pericial puede ser de bastante ayuda para poder solicitar uno de estos tipos de indemnización por daños y perjuicios.
Este es uno de los tipos de indemnización por daños y perjuicios que se pueden dar y, en rasgos generales, podemos decir que trata de compensar a la víctima por el sufrimiento emocional, el trauma y la angustia mental derivados del incidente. Estos daños pueden incluir trastornos mentales, como, por ejemplo, la sensación de ansiedad, fobias, depresión y la angustia emocional.
Todo ello, puede tener, como resultado, una importante reducción de la calidad de vida de la persona afectada. Por ejemplo, las víctimas de accidentes de tráfico, pueden desarrollar un fuerte miedo a volver a ponerse al volante o a subirse a cualquier vehículo, lo que condiciona la vida de las personas de manera bastante importante.
Ahora bien, los daños morales o psicológicos son bastante complicados de justificar, probar y, por supuesto, de cuantificar. No obstante, los informes elaborados por parte de un profesional del ámbito de la psicología o de la psiquiatría pueden ser bastante útiles para poder reclamar una cantidad monetaria que, sin embargo, en muchos casos no es suficiente para reparar los daños sufridos.
En definitiva, podemos decir que los diferentes tipos de indemnización por daños y perjuicios están pensados para compensar a las víctimas por una variedad de pérdidas y lesiones sufridas como resultado de la conducta negligente o ilícita por parte de una tercera persona.
Así pues, si has sido víctima de un accidente o incidente o conoces a alguien que tiene este problema, te recomendamos buscar asesoramiento legal y un buen abogado especializado en los distintos tipos de indemnización para determinar cuál es tu derecho a recibir una determinada cuantía y cómo maximizarla.
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