¿Es obligatoria la prueba de alcoholemia en un accidente?

Si de algo no cabe duda alguna es que existe una relación de causalidad entre el consumo de bebidas alcohólicas y los accidentes de tráfico, ya que, según las estadísticas, del total de los accidentes mortales que se han producido en las carreteras españolas durante los últimos años, en prácticamente el 50% de los casos se ha averiguado que el alcohol y las drogas han estado presentes y que, por lo tanto, han tenido una influencia decisiva en los accidentes.

Tal y como avisa la DGT, los conductores de cualquier tipo de vehículo deben estar en perfectas condiciones al coger el volante, por lo que se prohíbe conducir bajo la influencia del alcohol y de las drogas, así como la ingesta de determinados medicamentos que hacen que nuestra atención se relaje, bajemos la guardia y nos distraigamos mucho más fácilmente que en condiciones normales. 

Para evitar que las personas conduzcan bajo los efectos del alcohol y de las drogas, la DGT aprobó una ley en 1996 que obligaba a realizarse la prueba de alcoholemia en caso de duda por parte de las autoridades, estableciendo como delito el hecho de negarse a ello. Además, en 2007 se convirtió en delito el hecho de conducir con altos niveles de alcohol y drogas en sangre, gracias a una modificación del Código Penal.

Las estadísticas también hablan al respecto, ya que el número de pruebas de alcoholemia positivas realizadas al azar a los conductores a lo largo de los años descendió notablemente, pasando del 4,2% en el año 2003 al 1,5 en 2007, tan sólo 4 años después. Por lo tanto, el hecho de que se realicen controles de alcoholemia y sus resultados prueban que realizarlos contribuye a que los conductores tengan una conducción más responsable. 

Prueba de alcoholemia en caso de accidente

Hemos dicho que la prueba de alcoholemia se debe realizar de manera obligatoria siempre que nos la pida un agente mientras estamos conduciendo el coche y que negase constituye un delito contra la seguridad vial y contra la seguridad colectiva, por lo que puede llegar a acarrear la retirada inmediata del carnet de conducir, así como la entrada en prisión y la privación del derecho de conducir.

Empezando por esto, se sobreentiende que estamos obligados a hacernos la prueba siempre que un agente de autoridad competente nos la pida, bien porque tenga dudas o bien porque esté seleccionando personas al azar para llevar un control general. Así pues, según la legislación, también estamos obligados a realizarnos la prueba de alcoholemia a consecuencia de un accidente de tráfico, ya que puede servir para esclarecer las causas del mismo.

El simple hecho de tener un accidente, ya es un hecho muy traumático, con independencia de quién lo haya causado, ya que puede haber heridos graves cuya vida cambia para siempre y puede haber personas que no logran sobrevivir a dicho accidente. Esto puede tener consecuencias psicológicas y físicas desastrosas además para aquella persona que lo ha causado, si tiene la suerte de sobrevivir. 

Pero, por ejemplo, si, además, se demuestra que la causa del accidente es tuya y, encima, das positivo en el control de alcoholemia, habrás cometido un delito de alcoholemia. Las consecuencias de este delito son muy graves, ya que podrás terminar en prisión durante varios años, además de tener que pagar todos los daños ocasionados e indemnizar a las víctimas del accidente que has provocado por conducir bajo los efectos del alcohol o de las drogas. 

Todo va a depender de la tasa de alcoholemia que aparezca en el test. Por lo tanto, sí, la prueba de alcoholemia es obligatoria en caso de accidente y negarse a hacerla lo único que puede hacer es empeorar unas consecuencias que ya de por sí van a ser bastante graves. 

La tasa de alcoholemia ¿Qué es y de qué depende?

Mucha gente cree que por consumir un par de cervezas o de copas de vino durante la comida no tiene ningún efecto sobre la capacidad de conducción con la falsa idea de que el alcohol no afecta al organismo si se toma ingiriendo otros alimentos. 

Sin embargo, esto no es del todo cierto, ya que se ha demostrado que sí que tiene efectos sobre la capacidad de conducción de las personas, por lo que puede hacer que el sujeto se distraiga fácilmente y reducir su capacidad de reacción ante cualquier imprevisto que tenga lugar en la carretera. 

Para calcular qué niveles de alcohol son peligrosos para la conducción, se ha establecido una tasa de alcoholemia por ley, que sirve para conocer el volumen de alcohol que hay en la sangre de una persona y que se mide en gramos de alcohol por cada litro de sangre o de aire aspirado. 

Así pues, se establece que, para conductores noveles y profesionales, la tasa de alcoholemia no puede superar los 0,30 g/l en sangre ni los 0,15 en aire espirado mientras que en el resto de los conductores no puede superar el 0,5 g/l en sangre ni los 0,25 mg/l en aire espirado. Por encima de esta tasa, se considera que afecta a la conducción y que se puede aumentar considerablemente el riesgo de accidentes y, por lo tanto, superarla se considera un delito que conlleva una sanción administrativa de 500€ y la retirada de 4 puntos del carnet de conducir. 

Asimismo, si la tasa de alcoholemia supera los 0,6 mg/l de aire espirado o de 1,2 g/l en sangre, tal y como se recoge en el Código Penal, es considerado un delito grave por el que existen hasta penas de entre seis meses y un año de prisión y la retirada del carnet de conducir de uno a cuatro años. 

¿De qué depende la tasa de alcoholemia? 

La tasa de alcoholemia puede variar dependiendo de varios factores y, aunque creas que vas a dar negativo porque hace bastante rato que no has bebido nada, es probable que todavía tengas alcohol en sangre, aunque a priori no lo notes en tu capacidad de reacción.

Esto se debe a que, tras su consumo, el alcohol se absorbe en el aparato digestivo, pasando a la sangre en su mayor concentración en un periodo de entre 30 y 90 minutos. Sin embargo, la velocidad de absorción puede variar dependiendo de la presencia de los alimentos que haya en el estómago, ya que retrasan la absorción; el tipo de bebida también influye, ya que algunas se absorben más rápido que otras; el tiempo que haya pasado desde que has consumido la última bebida antes de coger el coche; y el grado de tolerancia al alcohol, ya que los bebedores habituales absorben el alcohol de una manera más rápida que los esporádicos. 

Existen otros factores que pueden hacer que el nivel de alcohol en sangre sea más alto o más bajo al pasar unas horas, por lo que lo recomendable es no consumir este tipo de bebidas bastante tiempo antes de ponerte al volante u optar por bebidas no alcohólicas que te eviten todo tipo de problemas innecesarios, ahora que sabes que es obligatoria la prueba de alcoholemia en un accidente o si un agente tiene dudas sobre si has consumido o no alcohol o drogas y cree que puedes ser un peligro para ti mismo y para los demás. 

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