Los problemas relacionados con el alcohol al volante siguen siendo una de las principales causas de preocupación cuando hablamos de la conducción. De hecho, se estima que prácticamente la mitad de los accidentes que se han producido en las carreteras españolas durante el año 2022 han tenido como causa principal el alcohol.
Del mismo modo, tal y como indica la DGT, el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INCFT) ha determinado que el 50% de los conductores fallecidos en las carreteras a lo largo del año pasado dieron positivo en las pruebas toxicológicas de alcohol y drogas. Aunque muchas personas creen que beber “un par de cervezas” no tiene efectos en el cuerpo, lo cierto es que esto no es así.
De hecho, toda ingesta de alcohol produce efectos bastante notorios en la percepción del entorno y, sobre todo, reduce nuestra capacidad de reacción. Es decir, que produce una falsa sensación de seguridad en uno mismo/a que puede acerque el/a conductor/a hacia situaciones de mayor riesgo. Asimismo, tal y como expone la DGT, el alcohol provoca una disminución en el sentido de la responsabilidad y de la prudencia, incrementando conductas impulsivas, agresivas y de falta de respeto imprevisibles hacia los demás.
Por este motivo, existe una normativa para controlar este tipo de conductas para reducir el número de accidentes y de muertes en las carreteras españolas. Por ello, conducir bajo los efectos de este tipo de sustancias se considera una sanción administrativa o un delito, dependiendo de la cantidad que se muestra en un control de alcoholemia. Gracias a ello, desde que se empezaron a aplicar, las víctimas se han ido reduciendo año tras año.
La tasa de alcoholemia no es otra cosa que el volumen de alcohol que una persona tiene en sangre en un momento determinado. Por ejemplo, cuando ingieres mucha cantidad de esta sustancia en una noche de fiesta, si te haces una prueba, la tasa que obtendrías sería muy alta. Si te pones al volante en ese estado, aunque creas que no pasa nada, lo mínimo a lo que te podrás enfrentar es una sanción administrativa por parte de un agente de tráfico después de dar positivo en el control.
No obstante, hay algunos factores que pueden hacer que algunas personas, después de haber ingerido cantidades relativamente pequeñas de alcohol sigan dando positivo o no pasadas unas horas después de haber bebido. Entre estos factores, podemos nombrar el género, la edad, la complexión corporal de la persona, pero también el volumen de bebida ingerido y su graduación alcohólica.
Asimismo, cuando una persona come bebe, pero come bastante no nota tanto los efectos del alcohol, pero su cuerpo tarda más en metabolizar esta sustancia. Ahora bien, si una persona bebe sin comer nada, notará más sus efectos a corto plazo, pero es probable que en relativamente poco tiempo, la tasa de alcoholemia caerá a valores muy bajos en caso de realizar un control.
De la misma manera, la tasa de alcoholemia permitida no es la misma para todos los conductores. De hecho, la legislación establece distintos límites dependiendo de si el conductor es general, profesional o novel. Del mismo modo, también establece límites para los conductores menores de edad, ya que pueden conducir un patinete, una bici o una motocicleta de pequeña cilindrada.
Lo primero que debemos explicar es qué es un conductor profesional, ya que existe bastante confusión general con la terminología. Mucha gente cree que un conductor profesional es el que no es nóvel, y que cuenta con muchos años de experiencia al volante. Sin embargo, eso no es cierto, sino que más bien es aquél que dispone de una autorización administrativa para conducir y que se dedica a la conducción de vehículos a motor por razones laborales.
En este sentido, podemos decir que un conductor profesional es aquél que se dedica específicamente a conducir vehículos a motor, ya que su actividad laboral se centra en ello. Dentro de este tipo de profesionales, podemos encontrar a los taxistas, los conductores de autobuses, los camioneros, etc. Son vehículos que transportan personas o mercancías, por lo que estos tienen una gran responsabilidad. Por este motivo, deben estar perfectamente preparados y cualificados y estar en perfecto estado psicofísico.
Por supuesto, el hecho de estar en perfecto estado psicofísico es incompatible con la ingesta de determinados tipos de medicamentos que alteran la percepción y la capacidad de reacción. Por esta misma razón, se considera que este tipo de conductores no pueden tomar alcohol, ya que también altera la percepción del entorno y ralentiza la capacidad de reacción. Por lo que la relación entre un conductor profesional y la alcoholemia debe ser lo más reducida posible.
La DGT ha establecido una tasa límite en los controles de alcoholemia que realizan los agentes de tráfico. Por este motivo, los conductores profesionales, al igual que los nóveles, no pueden exceder la cantidad de 0,3 gramos de alcohol por litro en sangre ni 0,15 miligramos por litro en aire espirado. Ahora bien, debemos anotar que esto sólo se aplica dentro del horario en el que están realizando sus labores como profesionales.
Es decir, que si a un conductor profesional un agente de tráfico le realiza la prueba y excede las cantidades que hemos nombrado, si no está de servicio, deberá tener la misma consideración que el resto de los conductores. Por este motivo, mientras no sea nóvel, las cantidades mínimas permitidas serían de 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre y 0,25 miligramos por litro en aire espirado.
Como hemos mencionado con anterioridad, los conductores profesionales, en caso de control de alcoholemia tienen dos límites de alcoholemia permitidos dependiendo si se encuentran de servicio o no. En ambos casos, al superar el límite establecido por ley, el conductor/a profesional se puede enfrentar, como mínimo, a algunas sanciones administrativas.
Estas pueden incluir una multa económica y la pérdida de varios puntos del carnet. Si se encuentra de servicio, además, se enfrentará a sanciones más duras que el resto de los conductores. Pero si, además de dar positivo en el control, este da una cifra superior a 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre o más de 0,25 miligramos por litro en aire espirado, estará incurriendo en un delito de alcoholemia para un conductor profesional o general.
En este caso, puede acarrear consecuencias legales graves, ya que, en este caso, entra en juego la vía judicial. Por ello, es posible que la persona que haya incurrido en un delito, pierda el carnet de conducir, tenga que realizar trabajos en favor de la comunidad, o incluso pueden incluirse penas de prisión. Sabemos que a muchos/as conductores/as este castigo les puede parecer exagerado y desproporcionado, pero recuerda que es vital para conseguir que las carreteras sean mucho más seguras y reducir el número de víctimas en accidentes de tráfico.
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